Una iglesia con propósito. Una iglesia sencilla. Una iglesia orgánica. Una iglesia misional. Una iglesia profunda. Una iglesia radical. Una iglesia transformadora. Una iglesia total. Una iglesia atrayente. Una iglesia tribal. Una iglesia amoldada a las misiones. Una iglesia centralizada. Una iglesia vertical. Una iglesia cotidiana. Una iglesia intencionada. Una iglesia centrada en el evangelio. ¿Realmente necesitamos una iglesia más del tipo __________?

“¡Sí!”, dice el colectivo de iglesias que se consideran parte de un creciente movimiento llamado “iglesias que envía”. Dicha frase ha demostrado ser un término que ha llegado para quedarse, pero, tristemente, su significado se ha mal entendido. Muchas iglesias que dicen ser iglesias que envían están lejos de serlo. Algunas iglesias familiarizadas con el término lo consideran solo una tendencia misionera más; otras, en su primer encuentro, piensan que es solo para los misionólogos. El término “iglesia que envía” necesita desesperadamente ser aclarado. Para eso, precisamente, es este libro.

Empezó con una reunión de Iglesias que envían, cuyo objetivo era responder la pregunta: “¿Qué es una iglesia que envía?”. Se les ocurrió una definición extensa, luego nos tomó casi un año extraer la substancia de cada palabra de la definición de acuerdo con las Escrituras y las enseñanzas de los eruditos. La meta no fue solo la claridad, sino darles a las iglesias una palabra oportuna acerca del reclamo de su derecho de Nacimiento a liderar la gran comisión.

Después de todo, “una iglesia que envía es una comunidad local de seguidores de Cristo que han hecho un pacto de estar unidos en oración, intención e iniciativa para el desarrollo, nombramiento y envío de sus propios miembros, tanto a nivel local como mundial, con frecuencia en colaboración con otras iglesias o agencias, y para seguir alentándolos, apoyándolos y abogando por ellos mientras hacen discípulos en otras culturas y a su regreso”.